En Argentina, un país donde el fútbol es religión, las mujeres de los jugadores son veneradas u odiadas desde revistas y programas del corazón. Se las conoce como botineras, por la telenovela homónima que ficcionalizó esas vidas recargadas de Gucci y Luis Vuitton, que transcurren —con las maletas siempre preparadas— entre lujosas residencias, palcos de estadios de fútbol y viajes en primera. Entre ellas reina sin rival Wanda Nara (Buenos Aires, 36 años). La modelo, empresaria y presentadora de televisión muestra su vida a diario a los más de 16 millones de fans que la siguen en Instagram. Narra escenas familiares con sus cinco hijos, viajes por placer y negocios y los detalles de cada pelea y mediática reconciliación con su segundo marido, Mauro Icardi, la estrella argentina del Galatasaray de Turquía. Todo lo que publica se convierte en noticia. Pero la semana pasada sus redes se apagaron. En medio del silencio, se supo que había sido internada y desde entonces la prensa rosa no habla de otra cosa que de sus problemas de salud, sobre los que su entorno mantiene un gran hermetismo.
Este lunes, después de una semana sin noticias, la modelo reapareció para dar su versión. Contó que está en casa, que sigue las recomendaciones de los especialistas y pidió privacidad a los medios sobre su enfermedad. “El miércoles decidí por mi cuenta realizarme análisis de rutina, como acostumbro cada vez que viajo o una vez al año. Algunos valores salieron mal y tomé la decisión de internarme para complementar con otros chequeos que salieron bien. El jueves, también por mi cuenta, me retiré de esa clínica para realizar más estudios en un lugar especializado. Lo hice buscando aportar más información a los resultados de mis primeros estudios”, escribió Nara.
La presentadora de MasterChef señaló que “como toda mamá” intentó ocultar a sus hijos su miedo ante lo que ocurría, en especial porque aún no carecía de un diagnóstico certero. Pero 24 horas después del primer estudio, los menores escucharon de boca de uno de los periodistas más conocidos de Argentina que su madre padecía leucemia. “La medicina no es exacta”, criticó Nara días después de que su legión de seguidores lo hubiese hecho por ella en medio de una ola de rumores nunca confirmados. “Estoy a la espera de más exámenes”, agregó, sin revelar la dolencia que padece. El mensaje está acompañado por una selfie en la que aparece sin maquillar desde un automóvil.
La enfermedad de la botinera argentina ha logrado lo que parecía imposible: que su marido y su ex, el también futbolista Maximiliano López, dejen de lado sus diferencias. Icardi postergó su regreso a los entrenamientos para cuidar a Nara, mientras que López viajó desde Londres hasta Buenos Aires para hacerse cargo de los tres hijos que tuvieron juntos.
López e Icardi fueron amigos y compañeros en el Sampdoria. López, nueve años mayor, adoptó a su compatriota cuando llegó a Milán, en 2011. Lo hizo parte de su familia, lo metió en su casa. La relación saltó por los aires en 2013 cuando, en mitad de la separación entre López y Wanda, Icardi inició un tórrido romance con ella que incluyó el intercambio de románticos posteos en las redes sociales y el anuncio de matrimonio pocos meses después. En un mundo donde el machismo está tan arraigado como en el del fútbol argentino, la traición de Icardi le cerró las puertas de la selección capitaneada por Messi y le valió una condena social tan generalizada que icardeada pasó a ser sinónimo en Argentina de engañar a un amigo con su mujer.
El papel de villano de Icardi en la farándula local tuvo una segunda temporada en 2021, cuando trascendió que le había sido infiel a Nara con la actriz Eugenia China Suárez. “Otra familia que te cargaste por zorra”, disparó la modelo en Instagram. Esa frase desencadenó ríos de tinta en los medios sobre el encuentro furtivo mantenido entre el futbolista y la actriz en un hotel de París. Las noticias estuvieron aderezadas con miles de insultos contra Icardi y, sobre todo, contra Suárez, mientras se producía la ruptura explosiva de la familia ensamblada.
La separación duró unos meses. Nara lo perdonó y desde entonces se volvieron a alejar y se reconciliaron tantas veces que ya nadie está seguro de si sus peleas son realidad o una ficción fabricada como entretenimiento mediático, al igual que los romances atribuidos a ambos en el medio. Pero en línea con el himno feminista de Shakira — “Las mujeres ya no lloran, las mujeres facturan”— Nara ha potenciado su perfil empresarial en medio de la incertidumbre del matrimonio. Además de continuar como la representante de Icardi, ha lanzado una línea de cosméticos y ha cosechado éxitos en la televisión italiana y en la argentina.
Su caída ocurre cuando estaba en lo más alto de su carrera profesional. La seriedad de la selfie en la que confirma que atraviesa algún problema de salud contrasta con la anterior, del 10 de julio. En ella posó en la cama a lo Messi el día siguiente de haber conquistado el máximo galardón argentino para la televisión, un Martín Fierro. Famosos de todo el país y más de 50.000 fans le han enviado en las últimas horas mensajes de aliento para su pronta recuperación.
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